De la escasez de árbitros a la exigente selección
- Inicie sesión o regístrese para enviar comentarios
- 4.981 lecturas
En el Comitè Tècnic d’Àrbitres de Tarragona los veranos, a diferencia de otras épocas, son plácidos. En un mes y medio el balón echará a rodar de Cuarta Catalana a Segunda B y habrá, esta vez, árbitros de sobras. “Ahora ya no hacemos ni campañas de captación porque vienen muchos de por sí”, explica Ferran Garcia, el delegado responsable del Camp de Tarragona. No siempre fue así. Lejos quedan los tiempos de escasez de colegiados en los que los pocos que había se tenían que multiplicar durante el fin de semana para cubrir todos los partidos.
El año pasado, de 70 inscritos acabaron entrando 38. Este año, únicamente accederán 15 de 70, después del endurecimiento de los requisitos. Hace dos años se llegaron a las 90 inscripciones, incluso triplicando el número respecto a hace cuatro o cinco años, cuando la cantidad oscilaba entre 25 y 30. “Ya no vamos tan apurados como antes”, define Ferran.
También en las Terres de l’Ebre ha habido un boom notorio. “Históricamente siempre nos hemos movido entre 30 y 35 árbitros, pero en tres años hemos pasado de 40 a 65 –una subida de un 37%–. Pueden entrar unos 15 colegiados nuevos al año. Antes cada árbitro tenía que hacer tres o cuatro partidos por fin de semana. Ahora quizás le toca uno o dos”, ilustra Ximo Soler, delegado en el Ebre, donde se celebran cada fin de semana alrededor de 80 encuentros.
Trabajo para el fin de semana
A nivel provincial el aumento es palpable: de alrededor de 190 trencillas hace cinco años se ha pasado a los aproximadamente 230 que ejercen hoy en día. 180 de ellos pitan en los estadios del Camp de Tarragona. Son, aproximadamente, 40 más que hace un lustro, lo que vuelve a confirmar incrementos de alrededor del 30%.
Detrás de la tendencia vuelve a estar, cómo no, la crisis y los agobios económicos. Agarrar el silbato y echarse al césped es un trabajo ideal de fin de semana para los jóvenes, que ven en esta opción una manera de pagarse los estudios, el ocio o, simplemente, de colaborar en casa. “La cuestión económica puede afectar pero no en exceso, porque cogemos a gente muy joven, que no va más allá de los 25 años. Es decir, no es una alternativa al paro”, define Ferran Garcia. Otros matizan. “El dinero es llamativo pero quien se hace árbitro sólo por eso no es aceptado. He tenido algún caso de chaval que antes de todo ya empezaba preguntando cuánto se cobraba, y no le aceptamos”, aporta Ximo Soler desde Tortosa.
A más demanda, más nivel
El boca a oreja, la difusión por las redes sociales o los vínculos con el fútbol –muchos son también futbolistas y han combinado ambos roles– son otros factores ajenos a la crisis. El tarraconense Sergio Guijarro, de 26 años y árbitro en Primera Catalana (está a punto de comenzar su temporada número 11 como ‘juez’) y profesor de los cursos, lo corrobora: “Soy tutor de los que empiezan y siempre, de entrada, me reconocen que vienen por el dinero. Está claro que es un aliciente, que con 15 años y ganando 300 euros al mes te sientes el rey del mambo. Luego muchos prueban el arbitraje y les acaba gustando”. Añade: “Hay que pensar en esos chavales de 18 años que antes a lo mejor lo tenían más fácil para conseguir un trabajo con el que tener dinero extra. Ahora es más difícil y optan por esto”.
“Los requisitos son que sean personas deportistas, con buena presencia física e interesadas en el fútbol”, cuenta Ferran Garcia. Además, para ingresar como colegiado hay que pasar unas pruebas que se endurecen a cada año que pasa. “Aumenta el nivel y se incrementa la dificultad de las pruebas técnicas y físicas. Por ejemplo, hay que correr 2.000 metros en un máximo de 8’30. Ahora no todo el mundo aprueba”, cuenta Soler.
A eso hay que agregar un examen teórico con 25 preguntas sobre las reglas de juego, que incluyen casos prácticos. “Al haber más restricciones, hay más selección y, en principio, se incrementa la calidad de los que sí llegan”, exponen.
Con los años y los ascensos de categoría, el arbitraje en categorías regionales puede dar casi para un sueldo de mileurista. Algunos, si pitan entre dos y tres encuentros en un fin de semana, pueden llegar a ganar una cantidad de 800 euros mensuales, una cifra aproximada que varía en función de la división y las dietas. Por dirigir un partido en Primera Catalana se pueden ganar 250 euros –dietas incluidas–, 180 en el caso de Segunda Catalana, mientras que en Tercera la cantidad oscila entre los 80 y los 120 euros, incluyendo también gastos adicionales. “Hay muchos compañeros que consiguen vivir del arbitraje y sacarse un sueldo”, desgrana Pavel Fernández, árbitro de la Delegación.
Para leer el reportaje completo: diaridetarragona.com
Comentarios
#1
Con ese pastizal, champán y mujeres no les va a faltar xD
#2
Excelente! Me encanta, que los chicos vean este apostolado mas que profecion como una manera de ganarse la vida honestamente y aparte que paso a paso se va hacer buenos profesionales! Seria muy interesante para enriquecer experiencias llegar a hacer intercambios para los jovenes, de enviar a 2 arbitros junior y 2 arbitros senior a nuestras federaciones en paraguay y nosotros enviar la misma cantidad para alli!! Un saludo cordial desde Asuncion Paraguay. Sudamerica exitos!!
#3
Me encantaría... Yo en particular tengo dos sueños que veo difícil ver cumplidos. Uno es arbitrar en Inglaterra y otro en la Copa Perú.
#4
Cóbranche bien, si señor...
#5
Para que logo se queixen os clubes galegos...